Escritos
El sujeto tácito

Fernando despertó temprano, aún no amanecía en ese primer día de invierno y dos sentimientos competían entre sí. En la cabeza había ansiedad por empezar una nueva asignación, mientras que en el estómago había incertidumbre sobre las posibilidades de éxito. En lo que iba de la semana había estudiado, planificado y ajustado todo lo que estaba a su alcance, y aún así la probabilidad de fallar lo atormentaba.

Ya se estaba acostumbrando a que jefes a los que nunca conoció en persona le dieran datos sorprendentemente exactos. Unos años atrás había sido contactado para realizar algunas asignaciones especiales, que no debían ser conocidas ni siquiera por sus compañeros. Cada tarea traía una lista de colaboradores con los que podía contar y que de una u otra forma estaban enterados.

Siguiendo el plan, fue a la esquina donde sus jefes aseguraron que Carina pasaría. Fernando contaba con que Carina ingrese al bar, pero ya estaba preparado en caso que siguiera de largo. Cuán complejo era planificar ramas alternativas que se abren en ciertos puntos clave. Esta fue la primera de dichas ramas y, por suerte, al entrar al local el plan seguía en su ruta principal. El siguiente paso era realizar la llamada ofreciendo un supuesto crédito personal sin mucho papeleo. Representar la llamada era sencillo en comparación con lo que deparaba el resto del día.

Luego de un poco de espera Carina salió del bar; Fernando debía estar atento para no perderla ni dejarse ver. Los sentimientos de ansiedad e incertidumbre aumentaron puesto que en ese momento no había demasiada gente en la calle y temía revelarse. No se dio cuenta de que la estaba mirando sin pensar, mientras consideraba cruzar o seguir por la misma vereda. Por un instante sus miradas se cruzaron, poniendo en riesgo todo el plan ya que esa posibilidad no había sido contemplada.

Carina llegó a la puerta de la oficina sin haber notado a Fernando, quien recibió una llamada en el momento exacto en que ella se perdía de vista. Por indicación de uno de los jefes, Fernando debía retirar dentro de una hora un paquete que lo estaría esperando en un basurero, el mismo que ya en otras oportunidades había servido de "pasa manos".

Luego de almorzar y con el paquete en mano, una llamada le especificó el siguiente paso. Fernando debía ir hasta una tienda donde se reparan celulares y aguardar la llegada de Carina. Allí sabría realmente si durante la mañana pasó desapercibido o ella notó su presencia; para estar más tranquilo inventó algunas posibles explicaciones y tuvo que aceptar que no todas eran verosímiles.

Carina no tardó en llegar a la tienda, Fernando entró tras ella simulando ser un cliente indeciso que sólo quería mirar los nuevos accesorios. La adrenalina inundó de repente a Fernando que veía cuando estaban entregando el celular reparado a Carina. Este era el momento, no debía desaprovechar ninguna ventana de oportunidad. La suerte estuvo de su lado cuando Carina apoyó el celular en el mostrador para solicitar al vendedor una ridícula funda que imitaba ser un personaje de dibujos animados.

Fernando se acercó de costado y logró cambiar el celular que yacía en el mostrador por el que recibió en el paquete. En un instante recordó que una semana atrás le habían dado una lista de celulares donde se especificaba modelo y color exactos, ahora conocía el destino de uno de ellos. Terminada la asignación especial del día, podía concentrarse en las tareas que oficialmente tenía asignadas y que sus compañeros conocían y esperaban que él haga.

Comentarios

El sujeto tácito. Es un héroe, todopoderoso, omnisciente y el peor villano; todo según la conveniencia..

La falta de modelos a seguir e imitar nos hace idealizar a algunas personas completando las falencias con imaginación. Este mecanismo tiene algunas consecuencias positivas al impulsarnos a metas más altas, aunque la motivación puede variar entre extremos opuestos: desde buscar la aprobación o reconocimiento de la persona erigida como referente, hasta evitar la denigración o castigo por parte de la misma.

El sujeto tácito empodera a quienes sí mantienen una supuesta relación presencial. Ahondando más, quien da poder no es el sujeto en sí, sino el fantasma constantemente presente del mismo. Por lo tanto, la existencia de la persona real es irrelevante.

Aún más, el sujeto tácito aguanta todo, desde presiones insoportables hasta las más duras críticas. Es culpable último y proveedor máximo de forma tal que su representante (que es quien mantiene realmente la comunicación) recibe los agradceimientos por los favores y soluciones mientras que esquiva los enojos redireccionándolos a ese súper-hombre cuya voluntad podrá ser cuestionada pero es inalterable.

O bien el sujeto tácito debe demostrar su existencia en forma directa, o debemos tacharlo de falso guía y rechazar su influencia ya que su existencia es inventada por las personas que se aprovechan de ser mensajeros de una voluntad a conveniencia, eludiendo responsabilidades.